El sol se alzaba perezosamente sobre la tranquila ciudad, pintando de dorado los tejados. Un gato se estiró en el alféizar de la ventana, parpadeando ante un pájaro que pasaba.
El sol se alzaba perezosamente sobre la tranquila ciudad, pintando de dorado los tejados. Un gato se estiró en el alféizar de la ventana, parpadeando ante un pájaro que pasaba.